Supongo que sí existe, eso de ser feliz digo. Eso que sentimos inalcanzable o que tan sólo somos capaces de vivir por momentos. Pero creo, firmemente, que en el momento en el que estamos viviendo un momento feliz no somos conscientes, no sabemos apreciarlo, no somos tan inteligentes como para poder darnos cuenta. Porque sólo sabemos definir en qué época hemos sido felices en cuanto ya no disponemos de aquellos momentos, en cuanto se han ido. Y hablo del olor a tabaco que se cuela por la ventana en una noche fría, del chasquido de las llaves contra la mesa del televisor que hace despertarte y que te levantes de un salto, de los lunes a las cinco de la tarde y de los domingos a las dos. Hablo de todas esas cosas que odias pero que en cuanto ya no las tienes las echas de menos, y te das cuenta que necesitas oler su tabaco para poder sentirte viva, que el ruido de las llaves eran como sonajeros en tu cabeza que a la misma vez que te despertaban te hacían dormir tranquila y que los lunes al igual que los domingos pueden ser tan odiosos como gratificantes. A eso me refiero, a que en cuanto las cosas se ponen feas es cuando somos capaces de apreciar lo que realmente nos hacía felices y que sin embargo no sabíamos que lo éramos en ese preciso instante. Estupideces, cosas sin importancia, pero que más que hacernos saber que estábamos vivos nos hacía sentir que estábamos viviendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario